miércoles, 3 de febrero de 2010

Parque Inokashira 井の頭公園

Volvemos al apartado turístico del blog para hablar de uno de los parques más bonitos de la ciudad de Tokio: el Inokashira Koen (Koen es parque en japonés).

 
El parque en primavera, cubierto de sakura

Se encuentra en la zona de Kichijouji, una de las regiones de las afueras de Tokio preferidas por los estudiantes universitarios para vivir mientras estudian la carrera. Tokio, a grandes rasgos, se divide en 23 distritos y 26 ciudades colindantes más pequeñas. Kichijouji se encuentra en estos exteriores de la ciudad, aunque en tren podemos llegar hasta allí en relativamente pocos minutos. Concretamente se sitúa entre la ciudad de Mushashino y de Mitaka, esta última célebre por albergar el famosísimo museo del Estudio Ghibli, quizás el estudio de animación nipón por excelencia.

 
 
Kichijouji de noche

El parque Inokashira es especialmente famoso por llenarse de tokiotas en el mes de abril para celebrar el florecimiento del sakura, la flor de cerezo, toda una festividad primaveral en el país nipón, a la que se le da la bienvenida comiendo y bebiendo bajo los árboles recién florecidos. El Hanami, es decir, el acto de ir a observar las flores en primavera, es una costumbre muy arraigada en la sociedad japonesa, pues está  muy  vinculada al espíritu japonés: consideran que la vida, al igual que el sakura, es efímera pero de una belleza inconmensurable. Esta es la razón por la que la flor de cerezo, que apenas dura unas pocas semanas en flor antes de caer del árbol, es tan importante en la cultura nipona.

Estanque del parque

En el aspecto histórico, el parque no tiene gran cosa que comentar. Únicamente que es, como muchos otros parques de Tokio, un gran jardín que el emperador donó a principios del siglo XX a la ciudad como regalo a los ciudadanos.

 
Haciendo los preparativos para la fiesta


Por último, no podía despedirme sin destacar el Iseya, un restaurante de Yakitori (pinchitos de pollo) y que, en mi humilde opinión, es el mejor sitio para comer este plato en Tokio. Con un ambiente típico tokiota y llenisimo siempre de clientes, el Iseya es uno de los mayores atractivos de Kichijouji, una región desgraciadamente muy pasada por alto por los turistas y muy querida por los japoneses

 
Entrada al Iseya

lunes, 1 de febrero de 2010

Natsume Soseki 夏目漱石

Tras este lapsus más largo de lo deseado en que he dejado de lado el blog, retomo las actualizaciones para hablar del padre de la literatura moderna japonesa: Natsume Soseki (夏目漱石).

Fotografía de Natsume Soseki

Soseki nació en el seno de una familia de clase media-alta, lo que benefició su educación académica. Como podéis ver en la foto, es un autor de principios del siglo XX: nació en 1867, en plena revolución Meiji, y murió en 1916, aquejado por una úlcera de estómago y dejando su obra Meian sin acabar. Gran parte de su actividad narrativa estuvo marcada por la horrible soledad que experimentó durante los tres años que le destinaron a Londres, ciudad que no fue de su agrado (no es el único...).

Su obra se caracteriza por un finísimo sentido del humor (de la época, por supuesto) con el que repasa con  hábil sarcasmo la sociedad japonesa de principios de siglo. Su obra Yo, el gato es un claro reflejo de lo que os estoy comentando. Desde la perspectiva de un gato, nos presenta un análisis del Japón de la época.

Su obra más famosa, Kokoro, de lectura obligatoria en la educación secundaria nipona, es, sin lugar a dudas, su novela más amarga y pesimista. La palabra Kokoro, muchas veces traducida al español por corazón, engloba también el alma, la psique y los sentimientos del ser humano. Es un concepto que no existe en forma de una única palabra en nuestra lengua y que puede ser un poco complicado de entender para el lector occidental. La novela relata la relación del protagonista con su Sensei (maestro), sus padres y, por último, nos introduce en el amargo pasado del citado Sensei. Es la obra representativa de la literatura moderna japonesa, solo equiparable al Quijote o a Macbeth.

Seguimos con Sanshiro, obra recientemente traducida al español. No voy a comentar los fallos, faltaba más, pero llega a ser lamentable la escasez de vocabulario que presenta la versión traducida. Lejos de hacer justicia a la obra de Soseki, se queda en un mero intento de conseguir una traducción aceptable, cosa que sí consigue la de Kokoro. Una lástima, desde luego, ya que la pureza y la ingenuidad de Sanshiro son dignas de una versión mejor. Un maravilloso retrato de la juventud.

Para el final dejo mi novela favorita del autor: Botchan. Desconozco la calidad de la versión traducida, pero tengo que decir que leer el original es una auténtica delicia. Inocente, pero sarcástica,;culta, pero sencilla; de argumento simple, pero sumamente inteligente. Me desharía en halagos ante esta obra maestra, corta en extensión pero de una riqueza inconmensurable. El protagonista, un joven recién licenciado, es trasladado a un instituto de la isla de Shikoku, la zona más rural de Japón, para dar clases. Nuestro sibarita protagonista  tendrá que lidiar con los rebeldes e indomados adolescentes y con sus provincianos vecinos. Esta obra es un reflejo de la sociedad rural de principios del siglo pasado y, además, está basada en la propia experiencia del autor, que también fue trasladado a Shikoku.

Eso es todo de este genial autor que, aunque no para todos los públicos, sobre todo aquellos que no  gusten de su antiguo estilo literario, posee una obra que es un impresionante coral de los sentimientos más puros, inocentes y sinceros del ser humano. Su importancia es tal que durante muchos años su retrato fue la imagen de los billetes de mil yenes.


Las fotografías, sacadas de Wikipedia, son de dominio público.