martes, 8 de marzo de 2011

Días 11 y 12: Ruinas de Angkor

El parque arqueológico de Angkor (equivocadamente generalizado Angkor Wat) reúne las ruinas de lo que fue el poderoso imperio jemer, que gobernó Camboya desde el siglo IX. Debido al sincronismo de religiones que expliqué en un post anterior, en los templos podemos ver tanto reminiscencias budistas como hinduístas. No obstante, durante una época de la civilización jemer algunos de los templos budistas fueron saquedos, las cabezas de los budas cortadas y se reconvertieron al hinduísmo. Quizás por este motivo los templos de Angkor son uno de los lugares donde más difícil es distinguir los elementos budistas de los hinduístas, pues en muchos de los casos forman una única religión.

Desde luego, Angkor bien merece una visita a pesar de lo incómodo que resulta llegar al país y salir de él. Para visitar el parque podemos escoger varios métodos, pero yo elegí contratar un tuk-tuk por 15 dólares al día y este me llevaba a cada templo y esperaba a que terminara mi visita. Muchos turistas montaban en bici, pero lo considero un error, pues el recorrido total son más de veinte kilómetros, por un terreno penoso y un calor asfixiante. Los tuk-tuk generalmente ofrecen dos tipos de recorridos, uno largo de veintisiete kms y que debe realizarse en dos días, y otro corto, de unos catorce y que recorre los templos más cercanos. Este último esta pensado para un solo día de visita, pero el inconveniente es que deja algunos templos importantes sin visitar y para en otros que no merecen la pena.
Voy a comentar los que más me gustaron:

Angkor Wat
Aunque es el nombre por el que se conoce muchas veces al recinto entero, este es en realidad un único templo. Está considerado el monumento religioso más grande del mundo, y no es para menos, pues su visita puede durar varias horas. 

Está rodeado por unas murallas, que representan las fronteras del mundo, y en el centro, el edificio principal, compuesto por una torre central y cuatro en sus vértices, simboliza el monte Meru, donde habitan los dioses según el hinduísmo, pues este templo originariamente estaba consagrado a Vishnú, dios de la creción. Si vemos la composición del templo desde arriba, nos daremos cuenta de que está basada en el Mandala, representación hinduísta del cosmos que más tarde se adaptó al budismo. Las paredes están decoradas profusamente con apsaras (bailarinas) y otros relieves. Ya en el interior de las torres podemos observar imágenes de Buda que ponen de manifiesto la creciente importancia del budismo en aquella época.

Mi recomendación es ver el templo detalladamente por la mañana temprano y volver a entrar al atardecer, cuando hayamos terminado de visitar el resto. Angkor Wat mira hacia el oeste, algo raro en los templos de la civilización jemer, por lo que se tiñe de color naranja por la tarde.

Angkor Thom
Es como se conoce a un enorme conjunto de templos localizados en el mismo recinto, que está considerado una ciudad misma. El más famoso es el de Bayon, que personalmente es el más impresionante de todos los que pude ver en Angkor.

El templo de Bayon es famoso por las más de doscientas caras de Buda sonrientes que decoran sus más de cincuenta torres. Cada torre tiene cuatro caras que miran a los cuatro puntos cardinales. El significado de las caras es desconocido, pero se cree que simboliza al Buda Bodhisattva (bosatsu en japonés) que todo lo ve. La sensación en el templo de que siempre te está observando más de un Buda es inquietante. 

Bayon representa el último de los estilos arquitectónicos de Angkor, por lo que se caracteriza por una mayor profusión de elementos budistas y escasos símbolos hinduístas.

Tras el espectacular Bayon tenemos un gran número de pequeños templos y muros con relieves desperdigados por Angkor Thom.

Preah Khan
Enorme templo semi ruinoso que resume muy bien el ambiente de Angkor. Es enorme y tiene una estructura cuadrangular. Los detalles de sus muros son de lo mejor que se puede ver en todo el complejo arqueológico.

Ta Prohm
Uno de mis favoritos, precisamente por la atmósfera que le rodea. Recrea el entorno con el que el botánico francés se encontró al descubrir Angkor en el siglo XIX, restos arqueológicos sin intervención del hombre durante cientos de años. Los árboles están incrustados en los muros del templo, algunos de los cuales han tenido que ser cortados por el peso de los mismos. El desgaste del templo durante los últimos años se nota, pues muchos de los muros están derrumbados. Aún así, su visita es imprescindible. Las fotos hablan por sí solas.

Phnom Bakheng
Aunque el templo en sí no tiene nada de especial, el hecho de que se encuentre situado en la cima de una montaña permite al viajero disfrutar de unas vistas impresionantes al atardecer sobre Angkor. Por esta razón es recomendable dejar Phnom Bakheng para el último lugar. El punto negativo lo pone la masificación de turistas a la misma hora para ver cómo Angkor Wat se tiñe con el color naranja del sol poniente.


Pre Rup
La gracia de este templo radica en que está construido a lo alto, al contrario que la mayoría. Sus empinadas escaleras nos llevan hasta la cima, lo que permite observar el inmenso bosque que acoge Angkor. Pequeño y de visita fugaz, merece la pena porque es bastante diferente de otros templos que se encuentran en la zona.

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