domingo, 13 de febrero de 2011

Día 2: Bangkok cultural

Una sola mañana ha sido suficiente para dejarme atrapar por la capital tailandesa y olvidarme de las hileras de hormigas del hotel. El patrimonio cultural de Bangkok es tan impresionante que nada tiene que envidiar a ciudades históricas tan renombradas como Roma o Kioto. Vamos por partes.
Sin tomar escarmiento de los tuk-tuk, por la mañana decidí montarme en otro, esta vez mucho más tranquilo. La razón por la que lo hice es que un amabilísimo abuelo tailandés me recomendó un recorrido turístico (innecesario, pero tampoco voy a menospreciar la buena fe del hombre) y me recomendó que utilizara el mismo tuk-tuk para todo el trayecto. De esta forma, tras acordar con el conductor 40bats (1.4 euros) por el viaje completo nos pusimos en marcha rumbo al primer templo del día: el Wat Indrawihan, famoso por su gran estatua de Buda y que el anciano se empeñó en que visitara, pues no estaba en mis planes iniciales. Tampoco tiene mucho que destacar y además no pillaba de camino, pero como primer punto de visita no ha estado nada mal. 

  
Tras esto el tuk-tuk me llevó a una agencia de viajes para contratar los transportes a la isla de Ko Samui y a Angkor, en Camboya. Me soplaron 5000 bats del ala (unos 120 euros) pero al menos tengo la tranquilidad de que llegaré hasta Camboya sin problemas (o no). Ya veremos si me equivoqué al contratar el viaje.
Acto seguido, el tuk-tuk puso rumbo a uno de los templos más famosos de la ciudad.

Wat Pho
Este templo, un poco más al sur del Gran Palacio, destaca por albergar la enorme estatua del Buda Tumbado, además de ser el centro de educación pública más antiguo del país. Fue mandado a construir por el rey Rama I (primer rey de la dinastía Chakri) en 1780. En el interior podemos ver 4 chedi (especie de torre que sirve para albergar alguna reliquia de Buda) , cada una mandada a construir por un rey Rama diferente. Los chedi son quizás el elemento más importante de los templos tailandeses, pues estos se crearon para protegerlos.
El Buda Tumbado es una estatua alargada gigante que se encuentra en un pabellón adornado con murales. Más que esta estatua, destaca el Buda dorado del bot (pabellón) principal, rodeado de una atmósfera oscura conseguida por el color de los murales de las paredes, que realza aún más el color dorado del Buda sentado. Al igual que en muchos otros wat (templo), los murales describen la historia del Ramakien, una leyenda tailandesa sobre la lucha entre el bien y el mal.
Al terminar la visita y tras caminar todo recto, encontramos el templo más sagrado de la ciudad.

Wat Phra Kaeo y el Gran Palacio
Este es el mayor atractivo de la ciudad en cuanto a cultura budista se refiere. Es un gran recinto al aire libre que alberga tanto el templo Wat Phra Kaeo, que acoge el famoso Buda de esmeralda, como el Gran Palacio, antigua residencia de los reyes.
Fueron creados en el siglo XVIII para celebrar la inauguración de Bangkok como capital del país. Los reyes se alojaron en el palacio, muy fastuoso, hasta 1946, cuando el actual rey tomó el poder y decidió que no era adecuado que la residencia real estuviera en dicho sitio. El palacio no tiene mayor interés sin más, lo que personalmente merece la pena es el templo, a excepción del lujosísimo Salón del Trono de Dusit.
El bot central del templo da cobijo al Buda de esmeralda, la escultura más sagrada del país, más por la leyenda que la rodea que por su valor artístico real.
Por todas las paredes del templo (incluso en los muros exteriores), podemos observar los murales que describen el Ramakien que, dicho sea de paso, son los más grandes de la ciudad: un total de 178 escenas de la historia. Todo el complejo constituye una ciudad en miniatura, aunque a diferencia de otros templos, no es residencia para los monjes.

La entrada al recinto me ha parecido un poco cara comparándola con otros lugares turísticos (350 bats, algo más de 8 euros) y más teniendo en cuenta que los tailandeses no pagan. Además, hay que tener cuidado con las indicaciones, pues no se puede retroceder en la visita si quieres volver a ver algo o te has perdido. Al mínimo despiste te puedes encontrar fuera del recinto sin poder volver a entrar.


Tras la extensa visita a los dos templos, encontré en la misma calle el Museo Nacional, muy interesante para hacerse una idea de la historia del país y con un par de edificios que son verdaderas joyas arquitectónicas.
Ya por la tarde cogí el autobús hasta la Plaza de Siam, distrito de ocio de la ciudad donde se concentra un gran número de centros comerciales modernísimos y abarrotadísimos. Tengo que decir que en Bagkok la mayoría de la gente chapurrea el inglés, lo que hace muy cómoda la comunicación con los lugareños.

Al volver, me bajé en la plaza del Monumento a la Democracia, con manifestación de los camisas rojas incluída.

Mañana, a Ayutthaya, antigua capital del reino.

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